miércoles, 3 de junio de 2015

Crítica de la razón pura

Como entrada final de este curso que se acaba voy a hablar de la Crítica a la razón pura de Kant.

Ésta está destinada a establecer las posibilidades y el alcance del conocimiento humano. La pregunta clave es ¿Cómo es posible la ciencia? ¿Es posible la metafísica como ciencia?
Primero, para Kant, el conocimiento consta de materia y forma, y el límite de este conocimiento es la experiencia. En su epistemología Kant pone al sujeto como centro del conocimiento, y no al objeto como hasta entonces se había hecho.

En la Crítica a la razón pura, Kant distingue entre conocimiento empírico y conocimiento a priori. Al autor le interesa el segundo, centrándose en los mecanismos del conocimiento trascendental, siendo trascendental el conocimiento que se ocupa del modo de conocer a los objetos en cuanto el modo es posible a priori.

Kant considera que el conocimiento se expresa mediante juicios, pero los juicios característicos de la ciencia deben reunir dos requisitos: ser novedosos (hacer progresar a la ciencia) y ser objetivos (universales y necesarios). Kant tendrá en cuenta los siguientes juicios:

  • Juicios analíticos a priori, novedosos pero no universales
  • Juicios sintéticos a posteriori, universales pero no novedosos
Ninguno de estos dos juicios cumple los dos requisitos mínimos, por lo que debe existir otro tipo de juicios característicos de la ciencia:

  • Juicios sintéticos a priori, novedosos y universales
Una vez que ya sabe que son estos juicios los propios de la ciencia, Kant investigará la existencia de estos juicios en las matemáticas, en la física y en la metafísica. En las dos primeras los encontrará, pero en la última no.



  1. ESTÉTICA TRASCENDENTAL: estudia las condiciones de posibilidad de la experiencia sensible. Según Kant lo a priori del conocimiento sensible son las intuiciones puras de la sensibilidad, el espacio (que forma parte de la capacidad de conocer del sujeto) y el tiempo (bajo el cual ordenamos nuestras vivencias). La estética trascendental además de constatar la existencia de las intuiciones puras de la sensibilidad, debe concluir explicando la posibilidad de juicios sintéticos a priori en matemáticas, que en geometría trabaja con el espacio y en aritmética trabaja con el tiempo. Ambas son novedosas y universales, por lo que las matemáticas son ciencias.
  2. ANALÍTICA TRASCENDENTAL: estudia las condiciones de posibilidad a priori del entendimiento. El conocimiento humano consta de sensibilidad y entendimiento. El entendimiento opera con conceptos puros o categorías , que son la condición de posibilidad a priori de todo pensar. Estas categorías están vacías de conocimiento y deben llenarse con los datos de la sensibilidad. Además no tienen aplicación más allá de la experiencia. Para finalizar Kant resuelve si la física es o no ciencia, comprueba si existen en ella juicios sintéticos a priori y como los encuentra, la física es una ciencia.
  3. DIALÉCTICA TRASCENDENTAL: estudia las condiciones de posibilidad del uso de la razón. Con el fin de saber si la metafísica es o no ciencia, estudiará si hay en ella juicios sintéticos a priori. Analizando las operaciones de la razón, Kant constata que es ordenadora y reguladora.
Kant distingue dos usos de la razón: 
  • Lógico, mediante el cual sintetizamos conocimientos particulares en conceptos de tipo universal.
  • Puro, que consiste en la tendencia a elaborar síntesis totales usando ideas trascendentales, que son el alma o yo, el mundo y Dios. Afirmar la inmortalidad del alma, decir que el mundo es una totalidad y hablar de Dios es traspasar los límites de la experiencia. Por lo tanto, este uso puro es ilícito y dado que la metafísica tiene como objetos de pensamiento las ideas trascendentales, la metafísica no es posible como ciencia, pues va más allá de la experiencia y del fenómeno. 
Dado que Kant no está dispuesto a renunciar a la metafísica y al noúmeno, recurre a la ética (Crítica de la razón práctica).

¡Adiós!
Mar x.

jueves, 14 de mayo de 2015

El Contrato Social de Locke



Esta semana os traigo una breve entrada sobre John Locke (1632-1704), un filósofo y médico inglés considerado uno de los primeros empiristas, pero no vengo a hablar sobre su filosofía propiamente dicha, sino de su obra "Ensayo sobre el gobierno civil" y de la reflexión que en ella hace sobre su "estado natural" y el tipo de gobierno que defiende; conocido todo ello como Contrato Social.

Pues bien, Locke fue un firme defensor de la monarquía parlamentaria, y para los que no sepáis qué es una monarquía parlamentaria, es aquella en la que el rey realiza funciones de jefe de Estado pero bajo el control de poderes legislativo y judicial (Parlamento y Gobierno, respectivamente).

En el estado de naturaleza que describía existían la familia y la propiedad, y los componentes de las familias eran todos iguales e independientes; esta libertad viene marcada por la ley natural. La obra que enmarca esta situación es "Ensayos sobre el gobierno civil", donde dice lo siguiente:

El estado de naturaleza tiene una ley natural por la que se gobierna y esa ley obliga a todos. La razón, que coincide con esa ley, enseña a los seres humanos que, siendo iguales e independientes nadie debe dañar a otro en su vida, salud, libertad o posesiones.

Pero claro, hay quien no cumple esa ley, algunas no la cumplen para sacar beneficio propio a costa de los demás. Sin leyes, las infracciones que los mencionados cometen, son sancionadas. Los hombres, para asegurarse de tener una vida cómoda y pacífica, y disfrutar de sus propiedades y de la libertad, se integran en una sociedad. Entregarán la autoridad a un poder civil superior, que proteja los derechos naturales, sobretodo la propiedad, que Locke vincula a la libertad. Al salir del estado de naturaleza, se entrega el poder necesario, no todo el poder. La sociedad nace para garantizar derechos que anteriormente existían, pero que al ser correctamente realizados tenían ciertos inconvenientes.

Así, los hombres ceden su poder personal y crean los poderes legislativos y ejecutivos para crear y sancionar las leyes. Sin embargo, estos poderes tienen que proteger los derechos naturales, con lo que, si no cumplen su tarea, pueden ser desdeñados, amparándose en el derecho a la rebelarse.

Así, Locke crea los cimientos del liberalismo que vendrá a continuación. A través de su teoría de la existencia de unos derechos naturales inalienables y al orientar su teoría hacia el contractualismo.

Locke, sin embargo, tendrá problemas sobre cómo conciliar la idea de los derechos inalienables con una realidad como la que se vivía en Inglaterra en aquel entonces, donde la mayoría de la población carecía de propiedad.

En conclusión, podemos observar como la teoría de Locke es predecesora del liberalismo y tiene, en cuanto a la Inglaterra de la época, un apreciable carácter conservador.

Nos vemos pronto,
Mar x.


viernes, 8 de mayo de 2015

En tiempos de Hume...


Hoy, en lugar de hablar sobre la filosofía de Hume, haré una pequeña introducción a la vida de este autor y a la época en la que le tocó vivir.

David Hume (1711-1776) nació en Edimburgo, en el seno de una familia emparentada con la aristocracia, aunque su fortuna era más bien modesta. Estudió leyes en la Universidad de Edimburgo durante un tiempo ya que así lo quería su familia, pero no le interesaba y acabó por abandonar la carrera; fue entonces cuando se vio obligado a buscar otra manera de ganarse la vida.

Intentó dedicarse al comercio pero acabó por dedicarse al estudio (filosófico). Desde 1734 hasta 1737 estuvo en Francia, la mayor parte en La Flèche, donde se dedicó a redactar su primera obra "Tratado de la naturaleza humana", que completó cuando volvió a Londres y se empezó a publicar en 1739. Este tratado no interesó mucho y se retiró a la casa de su familia en Ninewells.

En 1742, la primera parte de sus "Ensayos morales y políticos" tuvo una gran acogida en Edimburgo, lo que hizo que se olvidase en parte de su fracaso anterior. Trabajó como preceptor del marqués de Annandale (1745-1746) y luego como secretario del general St. Clair (1746-1748).Fue nombrado bibliotecario del Colegio de Abogados de Edimburgo, y emprendió la redacción de una historia de Inglaterra, que publicó desde 1754 hasta 1762 en varias entregas.

En 1763 se incorporó a la embajada de París, y fue allí donde residió hasta 1766; allí se relacionó con los enciclopedistas y en 1769, regresó definitivamente a Edimburgo para disfrutar de la fortuna acumulada en tantos cargos como desesmpeñó, además de lo conseguido con la publicación de sus obras.

Hume es considerado uno de los máximos representantes del empirismo inglés, una de las dos posturas más importantes de la primera modernidad filosófica, junto con el racionalismo. Su análisis crítico del conocimiento insiste en la importancia de investigar el origen de las ideas, entendidas por él como imágenes de una impresión; para Hume el razonamiento es la actividad de descubrir la relación que hay entre ideas, que podían ser bien las cuestiones de hecho, o bien las relaciones entre ideas. Ya que consideraba imposible otra forma de razonamiento, sometió a crítica todas las ideas, refutando especialmente las de sustancia, existencia y relación causal.
En cuanto al contexto histórico, Hume vivió en una etapa de cambios, durante la Revolución Industrial del siglo XVII; en esta época existía un sentimiento contrario a la monarquía absoluta. Dicho sentimiento viene marcado por la fuerza que va toma la burguesía como nueva clase emergente dentro de la sociedad; esta clase comienza a realizar revueltas en toda Europa, alcanzando poder sobretodo en Inglaterra.

Durante el reinado de los Estuardos, de 1603 a 1649, la vida pública se caracteriza por una lucha entre el Parlamento y los monarcas. El punto donde culmina dicha lucha será la revolución inglesa comandada por Cromwell, que instaurará una república. Posteriormente, en 1660, se restaurará la dinastía de los Estuardos. Durante este reinado se conseguirán avances en las reivindicaciones parlamentarias, surgiendo hacia 1680 dos grandes partidos, que dominarán la política durante años: conservadores y liberales. Aunque estaban enfrentados entre sí, ambos partidos se unieron en 1688 para enfrentarse a Jacobo II, acusado de ser contrario al parlamento,entre otras, en una revuelta apoyada por Locke, del que seguramente hable en entradas posteriores.

El resultado es que María II de Estuardo y su marido ocupan el trono. A partir de ese momento hay una Gran Bretaña dominada por un pacto entre burguesía y nobleza, y con una monarquía parlamentaria y constitucional. Es por esto que Gran Bretaña realiza una revolución social un siglo antes que el resto de Europa, lo que tendrá repercusiones en su filosofía. Además, esta revolución ha significado que su conclusión ha sido el pacto entre una y otra clase.


Nos vemos pronto,
Mar x.

viernes, 1 de mayo de 2015

Descartes; problema del hombre y de Dios



Hoy vengo a hablaros de Descartes, uno de los autores fundamentales del racionalismo. El racionalismo es una de las corrientes de la Filosofía Moderna, junto con el empirismo. La Filosofía Moderna llega tras el declive de la Escolástica y cuenta con autores como el ya mencionado dentro del racionalismo, Malebranche, Spinoza y Leibniz; dentro del empirismo destacan Locke, Berckeley y Hume.

Descartes es conocido por su epistemología, su método para llegar al conocimiento, el uso de la duda, etc. Pero como ya habréis podido observar, no suelo hablar de lo más destacado de los autores, sino de otros de los problemas que abarcan y a los que creo que no se le da la suficiente importancia; pues bien, yo hoy no voy a hablar del conocimiento en Descartes, sin del problema del hombre y de Dios.
Ambos problemas se dan juntos básicamente porque resultaría algo ilógico verlos por separado; ahora sabréis
por qué.

Según René Descartes, la idea se puede definir como aquello en lo que pensamos, el resultado de pensar. Cuando la mente piensa, piensa ideas, por lo que "la idea es la misma cosa concebida, o pensada, en cuanto está objetivamente en el entendimiento". Las ideas se pueden concebir como actos mentales o como contenidos objetivos de la mente. Si los consideramos actos mentales todos tendrán la misma importancia, si por el contrario los concebimos como contenidos de la mente, las ideas se pueden dividir en:

  •  Ideas facticias, aquellas que proceden del propio sujeto. Son invenciones nuestras (unicornio)
  • Ideas adventicias, aquellas que tendemos a creer que proceden de la experiencia. Representan objetos que están fuera de la mente humana y que adquirimos gracias a la experiencia. Este tipo de ideas pueden resultar confusas, ya que no podemos afirmar con seguridad que existan en la realidad externa (avión).
  • Ideas innatas, aquellas que no proceden de la experiencia y que tampoco son una invención del sujeto. Son innatas porque llevan en la mente humana desde el nacimiento. Son la idea de "infinito" o "cógito", ambas fundamentales para Descartes.
Sea cual sea la clase de idea, para Descartes, la posesión de una idea requiere una causa, incluso una idea innata requiere una causa. Así, el problema ahora para Descartes será qué causa sus ideas. Y dice al respecto que "debe haber al menos tanta realidad en la causa eficiente y total como en su efecto y que de esto se sigue que no sólo que algo no puede proceder de la nada, sino también que lo que es más perfecto no puede proceder de lo que es menos perfecto.

Así, la idea de Dios, de un ser perfecto e infinito, requiere una causa que sea proporcional en realidad al objeto de la idea misma. La idea de Dios no es una idea adventicia, porque en la experiencia no hay nada infinitamente perfecto, pero tampoco puede ser una idea facticia, ya que una sustancia finita como es el yo no puede ser la causa de algo infinito. Por lo tanto, la idea de Dios ha de ser una idea innata, “causada” por el mismo Dios en mí, es una idea clara y evidente, por lo que Dios tiene que existir.



En la Meditaciones metafísicas Descartes ofrece una prueba de la existencia de Dios: el argumento ontológico. Puede anunciarse entonces como: tengo una idea clara y distinta de un ser sumamente perfecto que abarca todas las perfecciones posibles. Entre esas perfecciones se halla la existencia, lo que quiere decir que la idea de este ser incluye la existencia real y necesaria. Por lo cual, resultaría contradictorio concebir a un ser sumamente perfecto al que le faltase la existencia. Así que Dios existe.

Para Descartes, Dios es un ser infinito, perfecto, bueno y “veraz”. Por lo tanto, no ha podido crear al hombre para que se engañe o equivoque siempre que crea conocer algo. Así, a las ideas adventicias, les ha de corresponder realidades corpóreas; los objetos a los que dichas ideas se refieren, han de existir. 
De este modo, Descartes recupera de alguna forma la realidad del mundo que había “perdido” en el proceso de la duda, un proceso en el que vacila sobre el conocimiento de la realidad.

Os dejo reflexionando, hasta pronto,
Mar x.


jueves, 30 de abril de 2015

Ética y política de Tomás de Aquino



Siguiendo con la normalidad, vuelvo con otro de los autores que hemos estado estudiando, Tomás de Aquino. Tomás de Aquino, conocido también como Santo Tomás, nació en Rocaseca, Italia, en 1225 en la familia de los Condes de Aquino. Pertenece a la etapa de apogeo de la Escolástica y es sin duda el máximo representante de ésta gracias a su síntesis entorno a razón y fe; pero hoy no voy a hablar de eso, sino, como bien dice el título, de su ética y política.

Ética y política vienen dadas de la mano en la filosofía de Santo Tomás.
La ética, tomada del pensamiento aristotélico, es una ética material y teleológica, pero adaptada al cristianismo. Para Santo Tomás, el bien supremo del hombre, el fin de sus actos, es la felicidad, que el hombre ha de conseguir mediante la contemplación. Dicha contemplación no será filosófica, sino religiosa; la visión beatífica, la contemplación de Dios en el más allá. ¿Cómo alcanzamos esa visión? Es aquí donde entra en juego la idea de ley natural: cuando Dios crea el mundo, lo dota de leyes para que todo funcione de un modo ordenado; estas leyes son:

  • La ley eterna: la ley que Dios ha dado al universo
  • La ley natural: la participación de la ley eterna en el ser racional, el hombre.
Esta ley natural consta de una serie de contenidos, un Primer principio y una serie de normas:
  • Primer principio: hay que hacer el bien y evitar el mal. Es por tanto un principio evidente, pues la ley natural ha de ser norma objetiva orientadora de la conducta de los hombres, universal, ya que afecta a todos los seres humanos y todos ellos poseen la misma naturaleza, y es inmutable, puesto que la naturaleza humana es en sí inmutable.
  • Tres normas:
  1. Conservar la vida propia; por ser sustancia, el hombre tiende a la conservación.
  2. Procreación y educación de los hijos; por ser animal, el hombre tiende a la procreación.
  3. Conocimiento de la verdad y vida en sociedad, de las que derivan la búsqueda de verdad y las normas de justicia; por ser racional, el hombre tiene esta tendencia específica.
Sin embargo, esto no es suficiente para Santo Tomás, proclama  la exigencia de que la ley natural se plasme y concretice en una ley positiva: escrita, institucionalizada, socialmente explicitada en un cuerpo jurídico. Por ello la ley positiva es reflejo de la ley natural, lo que implica, a su vez, que la ley positiva no puede contrariar a la ley natural; ninguna ley puede obligar al hombre a atentar contra su propia naturaleza.

Por otra parte, Tomás de Aquino reflexiona sobre la justicia en el Estado como lo hizo Aristóteles.

La justicia es una virtud ética que consiste en dar a cada uno lo que es debido. Hay dos clases:

• La justicia distributiva, que señala cómo deben distribuirse los bienes y honores en una comunidad en función de los méritos de cada uno. 

• La justicia conmutativa, que se da entre individuos y es correctiva:tiene como fin restituir un daño. Cuando esa reparación se da en los tribunales se la llama "judicial".

En cuanto a su política, Santo Tomás también piensa que el hombre es un ser social por naturaleza, y necesita de la sociedad para alcanzar la perfección, la felicidad. Para esto, la ley natural es demasiado general, y debe ser concretizada en la ley positiva. Las leyes positivas deben ser una exigencia y prolongación de la ley natural, ya que en caso contrario, serán injustas y habrá derecho a desobedecerlas; al buscar la justicia se unen la moral y el derecho.

Por tanto, el mundo del derecho y el ámbito de la moral están estrechamente relacionados en Santo Tomás, y se articulan en torno a la idea de justicia. La justicia consiste en dar a cada uno lo suyo; es una exigencia ética y natural, y sobre ella debe fundamentarse el derecho. 

 Las mejores formas de gobierno, para Tomás de Aquino, son la Monarquía, la Aristocracia y la Democracia siempre que respeten la ley natural al hacer sus leyes positivas. 

-Monarquía; gobierna uno solo, a la manera de Dios en el mundo. 

-Aristocracia; gobiernan "dos mejor que uno"

-Democracia; es el pueblo quien decide. 

La forma ideal sería una mezcla de las tres: el gobierno de un monarca, apoyado por un órgano consultivo elegido por el pueblo (como Aristóteles).

La relación entre Iglesia y Estado es parecida también a la que hay entre razón y fe: razón: el Estado debe trabajar para que todos los hombres cumplan con su finalidad, por lo que, por mucha independencia que el Estado tenga, está subordinada a la Iglesia, pues la finalidad se consigue mediante la contemplación de Dios.

Así quedan expuestas el problema de la moral y el problema de la sociedad de Tomás de Aquino.

Nos vemos pronto,
Mar x.

sábado, 4 de abril de 2015

Yo y el mundo.

Mi idea para esta entrada no era esta, tenía pensado hacerla algo más didáctica, pero últimamente todas mis entradas han sido de ese tipo y no he dejado volar mi imaginación.
No tengo ni idea de lo que saldrá de aquí, no tengo un plan para seguir, pero hoy me gustaría hablar de una persona a la que, muchas veces, no llego a comprender. Esa persona soy yo.

Creo que debería empezar por el momento en el que acabé 4º de la ESO; recuerdo acabar mis exámenes un viernes y al día siguiente examinarme del First Certificate in English. Cuando por fin acabé todo aquello pasé uno de los mejores veranos de mi vida, sin duda: pude pasar mucho tiempo con mis amigos de siempre, recuperé algunas amistades que creía perdidas, fui a varios conciertos y tuve el valor de salir con nueva gente. Nunca he sido una persona a la que le guste salir a la calle demasiado; veía como mis amigos se pasaban los fines de semana fuera de casa, volviendo tarde y sin acordarse muy bien de todo lo que habían hecho; sin duda ese no era el tipo de vida que yo quería llevar. Me gusta quedarme en casa, leyendo o simplemente viendo una película; me gusta visitar a mis abuelos y pasar las tardes con ellos, jugar con mis primas... En fin, algo a lo que hoy en día no estamos acostumbrados. Esto cambió un poco cuando algunas tardes salía a dar un paseo con algunos amigos y descubrí que era agradable, que no tenía por qué ser algo fuera de lugar.

Llegó Septiembre, y con ello, 1º de Bachillerato, y encima de Ciencias de la Salud; sé que dicen que todas las ramas son complejas, pero realmente creo que en la que yo estoy hay una dificultad algo mayor. Algunos amigos más mayores me decían que iba a ser algo duro, pero que nada comparado con lo que me esperaría en 2º de Bachiller.
A día de hoy no sé cómo será 2º, pero desde luego a mí este curso me daba la impresión de que no sería tan duro. El primer trimestre se supone que tiene que ser algo más difícil, hay materias nuevas y hay que acostumbrarse, pero esto debería ir haciéndoseme más fácil; y no ha sido así.
Siempre me ha gustado sacar buenas notas, iba a por la nota más alta desde que tengo uso de razón, no me gusta conformarme, pero este año esto se ha convertido en un gran problema. Mi familia nunca me ha exigido una nota, y los profesores sí que a veces te presionan, pero no tiene nada que ver con ellos.

Ser auto-exigente siempre es bueno, o eso dicen, pero he llegado a tal punto, que estudiar es una gran tortura, incluyendo ansiedad y falta de apetito constante en las semanas en las que había algún examen; llegaba a clase y ya estaba pensando en lo que tenía que hacer esa tarde, si me daría tiempo, y lo que tendría lugar a lo largo de la semana.
Resulta que eso, un cuerpo normal lo puede aguantar a lo mejor un par de veces al mes, cuando hay varios exámenes, pero llega un punto en el que, si esto te sucede todas las semanas de todos los meses, porque en bachillerato los exámenes nunca se acaban, te supera, mental y físicamente.
Un día, una compañera me miró y vio que tenía mala cara, me preguntó que qué me pasaba, y yo, simplemente la dije: "Que no soy feliz".

Los estudios, estos últimos meses me han arrebatado una parte de mí, he dejado de hacer cosas que me hacían feliz por dedicar más tiempo a estudiar y así sacar una gran nota; pero este, por decirlo de alguna manera, sufrimiento, no me merece la pena por unas notas, el esfuerzo no me está valiendo la pena cuando he dejado de ser feliz. He dejado de lado momentos, aficiones y personas por estudiar y tras mucho pensarlo, he decidido darme tiempo para mí misma, para tener una vida en la que no esté esperando constantemente a que llegue el fin de semana (para luego pasarlo estudiando) o al verano, simplemente para poder disfrutar.

No tengo ni idea de cómo voy a conseguir dejar de exigirme tanto a mí misma, de dejar de relacionar todo con el instituto y de volver a ser como era antes, pero algo tengo claro, y es que no voy a dejar que un curso me arrebate la felicidad.
Ni siquiera sé por qué he escrito esto en un blog de filosofía, ni si debería publicar algo tan personal (creo que lo hago para aclararme la cabeza), pero como bien dice el título de este blog, estoy en busca de mi filosofía, mi filosofía de vida, y empezar a darme cuenta de ciertos aspectos de ella es el primer paso, ¿no? Espero volver aquí otro día, dentro de algún tiempo y poder decir que me siento bien, sin importarme cuando lo estoy diciendo ni donde.

Hasta pronto,
Mar x.

lunes, 30 de marzo de 2015

El cristianismo y la filosofía



Hoy, tras un breve descanso, vuelvo con mi blog de filosofía que, aunque a comienzos de curso veía como algo de lo que no sería capaz, disfruto bastante escribiendo.
Antes de las vacaciones empezamos a ver a los autores medievales, dentro de los cuales nos hemos centrado en Tomás de Aquino y San Agustín, con las dos ramas principales que corresponden a cada uno; la escolástica y la patrística respectivamente.

En esta entrada voy a tratar las ideas de San Agustín (354-430 d.C.), cuyas obras fundamentales son la del Libre Albedrío, las Confesiones y la ciudad de Dios.

Pues bien, haciendo referencia a los apuntes tomados en clase, en la filosofía de San Agustín no hay una clara diferencia entre razón y fe, lo que marcará el transcurso de todo su pensamiento. Existe una sola verdad, revelada por la religión, y la razón, ayuda a conocerla mejor. “Cree para comprender”, donde muestra el predominio de la fe; sin la creencia en las bases de la fe no podremos llegar a comprender la verdad, Dios y todo lo creado por Dios; “comprende para creer”, refiriéndose al papel secundario aunque necesario, de la razón para aclarar la fe: la fe se apoya en el discurso racional, ya que, si se utiliza correctamente, no contradice a la fe, sino que consolida su valor. Esta relación entre razón y fe será característica de la filosofía cristiana que llegará posteriormente hasta la nueva conclusión de la relación entre ambas aportada por  Santo Tomás, y supone una clara dependencia de la filosofía respecto a la teología.


Mar x.