lunes, 30 de marzo de 2015

El cristianismo y la filosofía



Hoy, tras un breve descanso, vuelvo con mi blog de filosofía que, aunque a comienzos de curso veía como algo de lo que no sería capaz, disfruto bastante escribiendo.
Antes de las vacaciones empezamos a ver a los autores medievales, dentro de los cuales nos hemos centrado en Tomás de Aquino y San Agustín, con las dos ramas principales que corresponden a cada uno; la escolástica y la patrística respectivamente.

En esta entrada voy a tratar las ideas de San Agustín (354-430 d.C.), cuyas obras fundamentales son la del Libre Albedrío, las Confesiones y la ciudad de Dios.

Pues bien, haciendo referencia a los apuntes tomados en clase, en la filosofía de San Agustín no hay una clara diferencia entre razón y fe, lo que marcará el transcurso de todo su pensamiento. Existe una sola verdad, revelada por la religión, y la razón, ayuda a conocerla mejor. “Cree para comprender”, donde muestra el predominio de la fe; sin la creencia en las bases de la fe no podremos llegar a comprender la verdad, Dios y todo lo creado por Dios; “comprende para creer”, refiriéndose al papel secundario aunque necesario, de la razón para aclarar la fe: la fe se apoya en el discurso racional, ya que, si se utiliza correctamente, no contradice a la fe, sino que consolida su valor. Esta relación entre razón y fe será característica de la filosofía cristiana que llegará posteriormente hasta la nueva conclusión de la relación entre ambas aportada por  Santo Tomás, y supone una clara dependencia de la filosofía respecto a la teología.


Mar x.

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