jueves, 30 de abril de 2015

Ética y política de Tomás de Aquino



Siguiendo con la normalidad, vuelvo con otro de los autores que hemos estado estudiando, Tomás de Aquino. Tomás de Aquino, conocido también como Santo Tomás, nació en Rocaseca, Italia, en 1225 en la familia de los Condes de Aquino. Pertenece a la etapa de apogeo de la Escolástica y es sin duda el máximo representante de ésta gracias a su síntesis entorno a razón y fe; pero hoy no voy a hablar de eso, sino, como bien dice el título, de su ética y política.

Ética y política vienen dadas de la mano en la filosofía de Santo Tomás.
La ética, tomada del pensamiento aristotélico, es una ética material y teleológica, pero adaptada al cristianismo. Para Santo Tomás, el bien supremo del hombre, el fin de sus actos, es la felicidad, que el hombre ha de conseguir mediante la contemplación. Dicha contemplación no será filosófica, sino religiosa; la visión beatífica, la contemplación de Dios en el más allá. ¿Cómo alcanzamos esa visión? Es aquí donde entra en juego la idea de ley natural: cuando Dios crea el mundo, lo dota de leyes para que todo funcione de un modo ordenado; estas leyes son:

  • La ley eterna: la ley que Dios ha dado al universo
  • La ley natural: la participación de la ley eterna en el ser racional, el hombre.
Esta ley natural consta de una serie de contenidos, un Primer principio y una serie de normas:
  • Primer principio: hay que hacer el bien y evitar el mal. Es por tanto un principio evidente, pues la ley natural ha de ser norma objetiva orientadora de la conducta de los hombres, universal, ya que afecta a todos los seres humanos y todos ellos poseen la misma naturaleza, y es inmutable, puesto que la naturaleza humana es en sí inmutable.
  • Tres normas:
  1. Conservar la vida propia; por ser sustancia, el hombre tiende a la conservación.
  2. Procreación y educación de los hijos; por ser animal, el hombre tiende a la procreación.
  3. Conocimiento de la verdad y vida en sociedad, de las que derivan la búsqueda de verdad y las normas de justicia; por ser racional, el hombre tiene esta tendencia específica.
Sin embargo, esto no es suficiente para Santo Tomás, proclama  la exigencia de que la ley natural se plasme y concretice en una ley positiva: escrita, institucionalizada, socialmente explicitada en un cuerpo jurídico. Por ello la ley positiva es reflejo de la ley natural, lo que implica, a su vez, que la ley positiva no puede contrariar a la ley natural; ninguna ley puede obligar al hombre a atentar contra su propia naturaleza.

Por otra parte, Tomás de Aquino reflexiona sobre la justicia en el Estado como lo hizo Aristóteles.

La justicia es una virtud ética que consiste en dar a cada uno lo que es debido. Hay dos clases:

• La justicia distributiva, que señala cómo deben distribuirse los bienes y honores en una comunidad en función de los méritos de cada uno. 

• La justicia conmutativa, que se da entre individuos y es correctiva:tiene como fin restituir un daño. Cuando esa reparación se da en los tribunales se la llama "judicial".

En cuanto a su política, Santo Tomás también piensa que el hombre es un ser social por naturaleza, y necesita de la sociedad para alcanzar la perfección, la felicidad. Para esto, la ley natural es demasiado general, y debe ser concretizada en la ley positiva. Las leyes positivas deben ser una exigencia y prolongación de la ley natural, ya que en caso contrario, serán injustas y habrá derecho a desobedecerlas; al buscar la justicia se unen la moral y el derecho.

Por tanto, el mundo del derecho y el ámbito de la moral están estrechamente relacionados en Santo Tomás, y se articulan en torno a la idea de justicia. La justicia consiste en dar a cada uno lo suyo; es una exigencia ética y natural, y sobre ella debe fundamentarse el derecho. 

 Las mejores formas de gobierno, para Tomás de Aquino, son la Monarquía, la Aristocracia y la Democracia siempre que respeten la ley natural al hacer sus leyes positivas. 

-Monarquía; gobierna uno solo, a la manera de Dios en el mundo. 

-Aristocracia; gobiernan "dos mejor que uno"

-Democracia; es el pueblo quien decide. 

La forma ideal sería una mezcla de las tres: el gobierno de un monarca, apoyado por un órgano consultivo elegido por el pueblo (como Aristóteles).

La relación entre Iglesia y Estado es parecida también a la que hay entre razón y fe: razón: el Estado debe trabajar para que todos los hombres cumplan con su finalidad, por lo que, por mucha independencia que el Estado tenga, está subordinada a la Iglesia, pues la finalidad se consigue mediante la contemplación de Dios.

Así quedan expuestas el problema de la moral y el problema de la sociedad de Tomás de Aquino.

Nos vemos pronto,
Mar x.

sábado, 4 de abril de 2015

Yo y el mundo.

Mi idea para esta entrada no era esta, tenía pensado hacerla algo más didáctica, pero últimamente todas mis entradas han sido de ese tipo y no he dejado volar mi imaginación.
No tengo ni idea de lo que saldrá de aquí, no tengo un plan para seguir, pero hoy me gustaría hablar de una persona a la que, muchas veces, no llego a comprender. Esa persona soy yo.

Creo que debería empezar por el momento en el que acabé 4º de la ESO; recuerdo acabar mis exámenes un viernes y al día siguiente examinarme del First Certificate in English. Cuando por fin acabé todo aquello pasé uno de los mejores veranos de mi vida, sin duda: pude pasar mucho tiempo con mis amigos de siempre, recuperé algunas amistades que creía perdidas, fui a varios conciertos y tuve el valor de salir con nueva gente. Nunca he sido una persona a la que le guste salir a la calle demasiado; veía como mis amigos se pasaban los fines de semana fuera de casa, volviendo tarde y sin acordarse muy bien de todo lo que habían hecho; sin duda ese no era el tipo de vida que yo quería llevar. Me gusta quedarme en casa, leyendo o simplemente viendo una película; me gusta visitar a mis abuelos y pasar las tardes con ellos, jugar con mis primas... En fin, algo a lo que hoy en día no estamos acostumbrados. Esto cambió un poco cuando algunas tardes salía a dar un paseo con algunos amigos y descubrí que era agradable, que no tenía por qué ser algo fuera de lugar.

Llegó Septiembre, y con ello, 1º de Bachillerato, y encima de Ciencias de la Salud; sé que dicen que todas las ramas son complejas, pero realmente creo que en la que yo estoy hay una dificultad algo mayor. Algunos amigos más mayores me decían que iba a ser algo duro, pero que nada comparado con lo que me esperaría en 2º de Bachiller.
A día de hoy no sé cómo será 2º, pero desde luego a mí este curso me daba la impresión de que no sería tan duro. El primer trimestre se supone que tiene que ser algo más difícil, hay materias nuevas y hay que acostumbrarse, pero esto debería ir haciéndoseme más fácil; y no ha sido así.
Siempre me ha gustado sacar buenas notas, iba a por la nota más alta desde que tengo uso de razón, no me gusta conformarme, pero este año esto se ha convertido en un gran problema. Mi familia nunca me ha exigido una nota, y los profesores sí que a veces te presionan, pero no tiene nada que ver con ellos.

Ser auto-exigente siempre es bueno, o eso dicen, pero he llegado a tal punto, que estudiar es una gran tortura, incluyendo ansiedad y falta de apetito constante en las semanas en las que había algún examen; llegaba a clase y ya estaba pensando en lo que tenía que hacer esa tarde, si me daría tiempo, y lo que tendría lugar a lo largo de la semana.
Resulta que eso, un cuerpo normal lo puede aguantar a lo mejor un par de veces al mes, cuando hay varios exámenes, pero llega un punto en el que, si esto te sucede todas las semanas de todos los meses, porque en bachillerato los exámenes nunca se acaban, te supera, mental y físicamente.
Un día, una compañera me miró y vio que tenía mala cara, me preguntó que qué me pasaba, y yo, simplemente la dije: "Que no soy feliz".

Los estudios, estos últimos meses me han arrebatado una parte de mí, he dejado de hacer cosas que me hacían feliz por dedicar más tiempo a estudiar y así sacar una gran nota; pero este, por decirlo de alguna manera, sufrimiento, no me merece la pena por unas notas, el esfuerzo no me está valiendo la pena cuando he dejado de ser feliz. He dejado de lado momentos, aficiones y personas por estudiar y tras mucho pensarlo, he decidido darme tiempo para mí misma, para tener una vida en la que no esté esperando constantemente a que llegue el fin de semana (para luego pasarlo estudiando) o al verano, simplemente para poder disfrutar.

No tengo ni idea de cómo voy a conseguir dejar de exigirme tanto a mí misma, de dejar de relacionar todo con el instituto y de volver a ser como era antes, pero algo tengo claro, y es que no voy a dejar que un curso me arrebate la felicidad.
Ni siquiera sé por qué he escrito esto en un blog de filosofía, ni si debería publicar algo tan personal (creo que lo hago para aclararme la cabeza), pero como bien dice el título de este blog, estoy en busca de mi filosofía, mi filosofía de vida, y empezar a darme cuenta de ciertos aspectos de ella es el primer paso, ¿no? Espero volver aquí otro día, dentro de algún tiempo y poder decir que me siento bien, sin importarme cuando lo estoy diciendo ni donde.

Hasta pronto,
Mar x.